Borjalona

Ayer fui a la nueva Filmoteca de Catalunya, inaugurada la semana pasada tras varios meses de retrasos e incertidumbres (la antigua la cerraron en noviembre, tres meses sin programación ni nada).

La apertura ha coincidido con mi mudanza al centro de la ciudad, puedo ir caminando y en cinco minutos me planto en la Filmoteca, para poder disfrutar de una programación que mezcla perfectamente lo clásico, lo comercial, el cine de autor y las cinematografías invisibles para gusto de todos. Me recuerda mucho mucho a mi año en Lisboa, donde también estaba a tiro de piedra de la Cinemateca Portuguesa y en la que me tiré todo el año encerrado viendo todo el cine que fui capaz de asimilar. Claro, que esto fue en 2005, sin cuevanas ni megauploads ni darkvilles ni series nuevas cada minuto. Desde entonces, he ido aparcando el cine poco a poco en detrimento de la ficción seriada, pero ahora que tengo un templo del cine al lado a precios más que razonables (4€, 2€ a precio reducido para estudiantes, jubilados, jóvenes y socios de bibliotecas públicas), volveré a tragar cine como un loco, sin masticar.

El edificio es bastante espectacular, una estructura de hormigón y cristales de colores en la Plaça de Salvador Seguí, en el corazón de El Raval, en el que han respetado el suelo original, de piedra. Con dos salas de cine (solo he estado en la sala Chomón, la grande, y es maravillosa), una sala de exposiciones y una biblioteca (de pago), la nueva sede aprovecha muy bien los espacios y no chirría con el entorno, ya que la arquitectura moderna y los espacios de diseño están cada vez más presentes en la Rambla del Raval y alrededores (me vienen a la cabeza el Hotel Barceló Raval, el polideportivo municipal Can Ricart, la sede de UGT o el restaurante La Verónica).

He de decir que, tras la sesión de ayer, me quedé fascinado: la sala es enorme y cómoda, la proyección impecable, con buen sonido, y todo está muy bien acondicionado. Solo un par de pegas, que me parecen imperdonables: la lentitud a la hora de vender entradas, formando colas que el recibidor del edificio no puede albergar, y la impuntualidad, algo totalmente desfasado y que hay que controlar. La película de ayer empezó un cuarto de hora tarde, y una vez empezada, todavía seguía entrando gente a la sala. Espero que solo sean desajustes típicos del inicio de toda aventura.

Para marzo proponen un ciclo de Bigas Luna (con pelis del cineasta catalán, pero también con una selección hecha por él mismo de sus pelis favoritas), un recorrido por la Guerra Civil, una retrospectiva de Sokurov y los mejores filmes de 2011. Toda la programación, AQUI.