Decir (o no) la verdad en prime time. Mejide vs Segarra.

Es innegable: me gusta ver la tele. No me avergüenzo de ello, y me parece que como medio aglutinador y masivoque es, es imprescindible saber lo que ocurre allí dentro para hacerse una idea de lo que hay alrededor de nosotros. Obviamente, la forma de consumir televisión ha mutado con los años, y ahora no necesito ser fiel a nada, así que tengo pocos rituales relacionados con la televisión más allá de mis siestas con Sálvame de fondo y los domingos por la noche con Salvados. Salvados a veces aburre, otras informa, otras huele a podrido y casi siempre deja la puerta abierta a que cada uno vea si le apetece seguir indagando en los temas que propone. Pero me voy por los Cerros de Úbeda, que yo venía aquí a hablar de otra cosa.
Anoche descubrimos con horror que había terminado la temporada de Salvados y que en su lugar La Sexta apostaba por El Club de la Comedia, una cosa como muy de finales de los 90 que a mí no me va nada. Así que dimos una vuelta por los canales y acabamos viendo Viajando con Chester, ese programita presentado por Risto Mejide. Confieso que no había visto nada, pero por cuestiones que no vienen al caso ando bastante informado de cómo ha ido el programa en audiencias, el sentimiento en Twitter respecto a las entrevistas del programa y, aunque no tenía malas críticas, no me había sentado a verlo porque Risto Mejide me provoca una indiferencia tremenda.
En el programa de ayer los entrevistados fueron dos personas polémicas y, a pesar de muchos, exitosas en lo suyo. Al ver la primera, al infame Paco Marhuenda, noté que Mejide quería ser natural e incisivo, como una especie de versión masculina (y más pop y superficial) de Ana Pastor (de la que no diré nada, solo me remito a las etiquetas de esta fantástica entrada de Hell TV). Basándome en lo visto ayer, su estrategia para conseguir que la entrevista fuera sincera y natural tenía dos pilares: interrumpir y terminar cada pregunta con un «pero dime la verdad» o «no te cortes» o similares. Es decir, que diciéndolo en voz alta se convertiría en algo más auténtico. En el caso de Marhuenda sí le hizo parecer algo humano y algo contó que no conocía, pero tampoco me dejó muy impactado ni con ganas de ver más. Sin embargo, cuando anunció a segundo invitado sí que consiguió captar mi atención. En la televisión no se suele hablar de publicidad, sector en el que trabajo, y Toni Segarra es, junto con Lluís Bassat (y el propio Mejide, pero me cuesta meterlo en este saco), el único profesional de la publicidad cuyo nombre puede sonarle a alguien fuera del sector.
Ya que Mejide parecía ir dispuesto a todo en su programa y no dejarse ningún tema y preguntar aunque sea incómodo y ser incisivo y llegar al fondo de la verdad, esperé durante los quince minutos de entrevista que sacara el último tema por el que Segarra había sido noticia. En verano de 2013, la agencia de la que Segarra es accionista, SCPF, puso en marcha SCPF Academy. No era un programa de becarios al uso: ofrecían un puesto en la agencia, en el que el día a día sería igual que el de cualquier otro trabajador, con el fin de formar a profesionales porque, según ellos, las universidades y otros centros de formación no sacaban a personas que «les funcionaran». Hasta aquí, todo normal. Para trabajar en una agencia no hace falta haber estudiado publicidad, es más, para ciertos puestos es recomendable no saber cómo funciona la publicidad y / o tener conocimientos en otras áreas, dependiendo de las necesidades. Además, es un mundo plagado de becarios, no es nada nuevo. Pero la SCPF Academy tenía un precio: para poder trabajar en la agencia había que desembolsar 20.000€. Es decir, pagar por trabajar. El propio Segarra concedió una entrevista a Anuncios.com explicando el jaleo, pero sus respuestas, en mi opinión, no valen. Sobre todo cuando asegura que el dinero es el único filtro que funciona a la hora de encontrar talento. Es una idea terrorífica.
Bien, explicado esto, antes de comenzar la entrevista Mejide tenía toda mi atención. Se lo comenté a mi compañero de piso, que tenía ganas de escuchar de boca de Segarra qué había pasado con aquella polémica y que me sorprendía que dedicaran tiempo de prime time a un creativo publicitario, por muy importante o reconocido que sea. Pero ese momento nunca llegó. Algo debí imaginarme con las primeras palabras de admiración y peloteo de Mejide hacia Segarra, ya que el ahora convertido en entrevistador incisivo había trabajado 5 años en esa agencia. La entrevista consistió en hacer más protagonista a Mejide (contando cómo consiguió el trabajo en la agencia), recordar los grandes logros publicitarios de Segarra (sí, el me gusta conducir, ya lo sabemos, eres un gurú. De Ikea y su cambio de agencia, en cambio, no dijeron ni miau), alabar a la clase política, llamar bobos a los ciudadanos (perdón, en su lenguaje: consumidores) diciendo que los ciudadanos se tratan a sí mismos como bobos, ir de innovadores con unos conceptos de publicidad más bien viejujos (VENDER, VENDER, VENDER) y un sinfín más de nimiedades y cosas poco interesantes, teniendo en cuenta que había una polémica en juego. Una vez terminada la entrevista, decidí no volver a ver jamás este programa. Entiendo que duela hacer preguntas incómodas a amigos, pero si quieres ser honesto y consistente, lo suyo sería o hacer la pregunta (e incluso ceder ese espacio para que tu amigo se explique, que le dé la vuelta a la tortilla, utilizar tus armas para lavar su imagen, qué se yo) o no entrevistar a tu amigo. Pero elegir la tercera vía, la de hacer que la realidad no existe, es la peor. Y solo nos dolerá a unos pocos. Pero nos duele mucho.
El programa completo se puede ver aquí