Borjalona

Unos dirán que somos unos hipsters. Otros que no saben lo que nos perdemos. Otros que tenemos toda la razón. Y a la mayoría se la soplará. Y ninguno tendrá razón. Hablo de la pasión que hemos vivido mis amigos y yo durante años por lo que llamamos «El centro de Madrid», que no es otra cosa que Malasaña, con alguna concesión a Chamberí, Conde Duque y Chueca. Pero vamos, que entre Fuencarral, San Bernardo, Gran Vía y Alberto Aguilera podíamos hacer nuestra vida y nadie nos sacaría jamás de nuestro fuerte. Fuera de ahí había alguna cosilla puntual: cines, restaurantes de comida rápida, teatros, museos, las discotecas de la Gran Vía… Pero la vida, en EL CENTRO DE MADRID. La cima de nuestro movimiento Malasañero ocurrió hace unos cuantos años, cuando, organizando vía mail dónde íbamos a quedar aquella noche, alguien comentó que Callao le parecía que estaba LEJOS. Muy bonito. Yo no estaba del todo en desacuerdo, y eso que nunca he vivido en la Villa de Madrid. Desde Majadahonda, me suponía el mismo trance quedar en Tribunal, que en Callao, que en Príncipe Pío. Pero Callao estaba lejos. Eso seguro.

Las bobadas de la juventud (¿qué teníamos? ¿25? ¿menos?) fueron desapareciendo con los años. Pero también desaparecían con lo insoportable de Malasaña, que ya estaba en medio de una transformación que nosotros presenciamos desde su origen: a pesar de que siempre había sido un barrio hip, ahora lo era en plan GLOBAL, con sus tiendas de ropa taquillera, gente sin oficio ni beneficio posando en las calles, los precios más por las nubes que nunca, las fiestas del Orgullo invadiendo Polonia por lo bajini y bastante bobada en general. Sí, seguían allí Casa Camacho y el Nasti-Maravillas y había cosas nuevas que molaban (holus, Tipos Infames, un besito), pero El País hablaba en 2007 de la calle Espíritu Santo como el SoHo Madrileño (jajjjajaaaaaaa… luego dirían que Delicias era el Brooklyn madrileño y así todo, aquí estamos esperando para conocer el Alphabet City madrileño, el NoLIta madrileño, el L.E.S. madrileño y el puto TriBeCa madrileño) y que tenías que ir punta en blanco según los cánones de NYC o Londres o Berlín o la ciudad que fuera LA CIUDAD en 2007 y las tiendas malenis sacaban sus primeros tallitos y el Templo de Susu era lo único que resistía y había pizza para llevar pero no en plan cerdo aceitazo y 2×1, en plan italianos majos y con forma cuadrada y luego bares con terraza en diciembre y con gente petrificada lista para ser fotografiada pero sin fotógrafo delante. Llegaron también las segundas manos de Barcelona, pero claro, en Barcelona sí pero en Madrid MEH.

Pero claro, la Filmoteca nunca había estado en Malasaña ni la Facultad ni el Ocho y Medio ni La Casa Encendida, así que empezamos a hacer excursiones a Matadero porque tampoco está tan lejos y aunque hay que coger el metro luego merece la pena. Y descubrimos que el mundo no era solo nuestra casa,  y descubrimos que el mundo no era solo nuestra caaaaaaasa. ASí que sí, El Centro De Madrid ECDM muy bien, pero que hay más vida y ahora lo sabemos y lo disfrutamos e incluso no nos cuesta nada no vivir ahí. A mí, en concreto, no me cuesta nada vivir a 600 km.

(Iba a escribir una entrada ordenada y me he puesto a escribir y ha salido esto que no tenía nada ver -bueno, un poco sí- con lo que en realidad quería hacer. Introducciones que se te van de las manos) La entrada DE VERDAD, AQUÍ.