Vuelve Javiera Mena

Cuando la gira de Dënver pasó por Barcelona, unos cuantos amigos fuimos encantados a verlos y después nos quedamos un ratejo tomando algo en una terraza comentando el concierto y de ahí salió la idea de hacer un fanzine en papel. Pensamos en el nombre, en las secciones, en que todo tendría que estar escrito sin tirar de internet, como en los 90, apuntamos todo en un papel y hasta fantaseamos con cómo sería la presentación del primer número. Por entonces (2011), Javiera Mena ya había publicado su segundo disco y andaba día sí día también de gira. Que ahora vengo y me hago un par de conciertos, que si me contratan en este festival, que tenía que hacer unas cosas y me quedo en Madrid dos meses… Pensamos que Javiera tendría que estar en el primer número de Dorendó (que así se iba a llamar, dejo constancia del nombre aunque jamás vaya a ser realidad) y se nos ocurrió el título perfecto para ese texto que no existía: VUELVE JAVIERA MENA. Nos serviría para darle un toque noventas en una época en la que todos los grupos de los 90 vuelven, pero también como chascarrillo para hacer notar que 4 giras al año, por muy pequeñas que sean, cansan y sobre exponen.

Amo a Javiera Mena. La amo mucho. Creo que fue por 2007 cuando, a través de Last.fm, descubrí Esquemas Juveniles. Cuando lo escuché, no daba crédito: un disco sensible y precioso sobre la adolescencia, que combinaba canciones acústicas con momentazos tecno-pop ultra pegadizas. Lo quemé hasta que no quedaron cenizas, cada canción fue mi favorita durante meses, lo aborrecí, lo recuperé, lo exprimí, me volví loco. Hasta llegué a pagar una entrada para un concierto de Kings of Convenience sólo porque ella era la telonera. Al final me acabó encantando el concierto de KOC y la presencia de Javiera se redujo a 4 canciones al piano que fueron más que suficientes para mí, a pesar de los abucheos que recibió por parte de algunos por decir que le gustaban Raphael y Paloma San Basilio. Ya la había visto. Era algo que necesitaba.

Esquemas Juveniles tardó mucho en tener un compañero. Dio lo mismo, porque es un disco de muy largo recorrido, muy variado, que parece no envejecer, congelado en la adolescencia que está a punto de acabar pero que nunca lo hace. En 2010, llegó Mena, y ahí se desató la locura. Un disco totalmente electrónico, entregado al hedonismo y muy veinteañero. Ya no tocaba el amor y la melancolía, tocaba pasárselo bien bailando. Mena fue un impacto total y supuso el lanzamiento internacional de Javiera. Sus fans de siempre, que somos muy educados y generosos, nos alegramos muchísimo. Primero, porque el disco estaba muy bien y lo necesitábamos como agua de mayo. Segundo, porque mola que las cosas que te gustan triunfen, y más si el hecho de que no triunfen las hacen inaccesibles (porque venirse de gira desde Chile si no tienes una base de fans es imposible). Tercero, porque que el mundo conozca a Javiera Mena hará que todos seamos mejores. Fue entre 2011 y 2012 cuando la presencia de Javiera Mena pasó de ser la novedad a tocar más que algunos grupos de aquí. La vimos en festivalazos, en el Mutt rollo íntimo, en salas, en la calle, en la tele, en todos lados. Y, de pronto, desaparición. Un par de conciertos sueltos y poco más.

Al menos la espera ha sido entretenida gracias a estas giras, a sus colaboraciones (con Gepe, con El Guincho, con Akil Ammar, remezclada, versionada, en la banda sonora y en la propia peli de Joven y Alocada, las versiones que ha ido lanzando, NO HA PARADO) y a las entrevistas y sesiones de fotos y twitters y edición de sus maquetas perdidas. Mola. La espera, que ha sido de tres años y medio, se acaba con Espada, el mega hit que presentó ayer mismo. Ya sabíamos que algo estaba a punto de llegar. Y la canción es, de primeras, desconcertante. Por un lado, no sorprende la vocación de hitazo rompepistas, porque Mena iba ya por esa dirección, y tiene estribillazo y es bien bailonga. Pero por otro, se acerca peligrosamente al mainstream latino y norteamericano, con voces tratadas, producción brillante pero chusca a la vez y cambio de look para triunfar. Ayer en las redes sonaban Shakira y Paulina Rubio como comparaciones fáciles. En mi opinión, está más cerca del último disco de Julieta Venegas y del tecno pop de los 90 y principios de los 2000. Cabe destacar que Camela es un grupo que triunfó en Chile, sin las connotaciones que tenían en España, y que no es nada descabellado pensar en ellos como influencia, además de los referentes ya conocidos de Javiera Mena. Habla uno que es poco objetivo, porque soy fan fatal, y creo que las producciones de Cristian Hayne son perfectas en general, pero Espada a mí me ha convencido y como single simplemente es perfecto. Por supuesto, muchos medios han hecho sus piezas sobre la canción, y como era de esperar en JNSP ya han surgido los trolls y los fans decepcionados. En Club Fonograma citan a Paulina Rubio, pero es necesario conocer el medio para entender que esto no tiene por qué ser algo negativo. Una persona de cuyo criterio me fío mucho, Javiera Tapia, me comentaba ayer por Twitter que Javiera Mena hace pop Sailor Moon. Me gusta mucho la definición, es tan descriptiva como sencilla. Es probable que pierda algún fan, pero más que probable es que mantenga a la mayoría de los que la descubrieron con Mena y capte a muchos más que igual ni habían oído hablar de ella. Es su momento. El momento de triunfar.

Todo esto se podría resumir así: te quiero, Javiera Mena, a mí ya me tienes ganado hagas lo que hagas. Espero que triunfes y te hagas famosísima. Un besito.

espada

 

 

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