Crisis de comunicación (machista)

Las gestión de crisis es uno de los pilares básicos en el mundo de la comunicación corporativa. Se enseña en la universidad, en los MBAs, en los cursillos, se habla de ello en blogs especializados y es algo que todo profesional que trabaje en un departamento de comunicación debe tener presente. Sin ser nada de eso yo (solo hay que poner en google algo tipo «gestión de crisis de comunicación»), entiendo que cuando una empresa se ve envuelta en una crisis de comunicación (que puede venir de un error propio, de factores externos o de un batiburrillo de cosas normalmente generadas por una reacción lenta a una catástrofe, como el caso de BP y el Golfo de México) lo esencial es tener un protocolo de actuación que activa un equipo previamente designado para ello. Un protocolo que debe ser completo, haciendo previsión de los posibles problemas que puedan surgir y una serie de acciones que hay que hacer sí o sí para responder a esos problemas.

Después de esta leccioncita de comunicación improvisada, sesgada e incompleta, voy a lo que voy: parece probado que, dentro de esos posibles problemas de comunicación en los que se puede ver envuelta una empresa y que la gestión de crisis ayuda a responder, la problemática de género no esta contemplada. No sé si en la formación en gestión de crisis se contempla como un posible escenario, pero me atrevo a afirmar que no. Dos casos muy seguidos ocurridos en España me hace pensar esto, y, como siempre, espero equivocarme.

La primera en tener una crisis de comunicación relacionada con la igualdad y el género fue FNAC. La cadena francesa de libros y demás se puso a recomendar desde su Twitter y pasó lo que pasa siempre, las casualidades de la vida: de la imagen con 6 autores, 5 eran hombres y una mujer:

Y analizando, Almudena Grandes, que fue la agraciada con el espacio entre tanto macho, aparece en una esquina, al ladito de la puerta por si hay que echarla. De hecho, por algunas capturas de pantalla que vi, dependiendo del dispositivo o de si se veía directamente en Twitter o a través de un intermediario, Grandes desaparecía o quedaba tapada por el logo de Twitter. Macabra metáfora.

¡Ay, qué bobada, siempre sacando punta a todo! Claro, porque que las recomendaciones, la promoción y la atención caiga principalmente en hombres autores no tiene que ver con que luego sean los más vendidos. El caso es que se montó en Twitter una de esas respuestas casi improvisadas pero que acaban saliendo bien que pedía a FNAC que diera visibilidad a autoras. Y los tuiteros no solo pedían, sino que además le hacían el trabajo recomendando varias escritoras españolas. Bajo el hashtag #EscritorasParaFNAC se tuiteó a la empresa. La respuesta, por supuesto, sin sorpresas: no existió. Porque la igualdad no es la prioridad de FNAC. Porque no lo consideran una crisis.

Días más tarde, la artista y activista (a veces me da por pensar que lo segundo debería estar dentro siempre de lo primero) Yolanda Domínguez llevó a cabo una acción de protesta en algunas de las tiendas de Multiopticas en respuesta a este anuncio:

En el anuncio, mujeres vestidas (como diría Cayo Lara) de lagarteranas están a la entera disposición del macho que entra en escena con sus gafas nuevas. Muy sutil todo. A Domínguez se le ocurrió que igual podrían presentarse varias mujeres vestidas como en el anuncio en las tiendas, a ver si les parecía normal. Por supuesto, no les pareció normal. Según relata la propia artista, la reacciones oscilaron entre los que creían que era una propuesta de la propia marca a los que llamaron a la policía. Porque en la tele sí, pero en la calle no. Una acción maravillosa, directa y que da un bofetón a la marca por su publicidad machista.

A diferencia de la acción contra la FNAC, esta vez sí que hubo respuesta de la marca, probablemente porque la notoriedad de la acción de Yolanda Domínguez fue bastante mayor y se alargó varios días (en mi muro ha aparecido muchas veces, y se ha escrito mucho). Mira, qué bien, una marca reaccionando. Pero claro, uno se lee la respuesta de Multiópticas y bye bye: resulta que en vez de reconocer que se les ha ido y comprometerse a mirar por el buen tratamiento de sus creatividades, dicen que somos bobas y que no hemos entendido nada y que además no tiene sentido protestar porque la campaña ya se ha acabado (como si eso fuera a borrarla de nuestras cabezas). Es decir, la reacción habitual del machista: que es bromi, que no hay sentido del humor, que a ver si te mansplaineo un poco que pareces tonta, que no es para tanto y que lo siento mucho no volverá a ocurrir (pero volverá a ocurrir, ya verás).

Así, imagino que tanto FNAC como Multiópticas dan por cerradas sus crisis de comunicación machista, y quizá ya hayan añadido a su protocolo de gestión sus respuestas: primero, no contestar, hacer como si nada hubiera pasado, oír llover. Y ya, si de repente la cosa se comparte y empieza a irse un poco de control, lanzar un comunicado con el asunto ES BROMI y asunto arreglado. Una prueba más de que la autorregulación funciona a medio gas, que la mirada masculina, heterosexual y blanca sigue inundándolo todo (e ignorando otros mundos) y que el feminismo, por estar considerado peligroso, está intentando ser desactivado mediante el silencio y la indiferencia. Menos mal que existen muchas yolandasdominguez por el mundo para encargarse de que esto no sea así. Y cada vez son más.

 

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