Borjalona

A pesar de conocer la nueva ley laboral por la prensa (¿alguien se lee los textos de las leyes? Y más importante… ¿alguien entiende el lenguaje legal? Los abogados y políticos no cuentan… ¿o sí?), me parece una abominación, un paso atrás y una solución que ataca lo que debería ser intocable y deja tal cual los males endémicos de nuestro país: desde chorradas sin sentido como poder despedir procedentemente por faltar de manera justificada, abaratar el despido, anular los procedimientos para llevar a cabo un ERE hasta dificultar (como si alguna vez hubiera sido fácil) la conciliación, romper las negociaciones colectivas de manera unilateral o darle el escaso poder del trabajador al patrón.

Hace unos días, como casi todos, me planteé si ir a la huelga o no. La primera decisión fue meramente económica y egoísta: no iría, porque el dinero que dejo de ganar afectaría notablemente a mis perjudicadas finanzas. Ese pensamiento me ha ido carcomiendo, porque la huelga es una de las pocas maneras que tenemos los trabajadores y ciudadanos de expresar nuestro rechazo frontal a la pérdida de derechos. Además, el ambiente en el que trabajo no es el más propicio, pues la participación en mi empresa será prácticamente nula. Pero día a día esta visión exclusivamente personal (mi dinero) ha ido perdiendo fuerza frente a lo que realmente importa: la situación general. Al igual que cuando uno vota creo que debe hacerlo manteniendo un equilibrio entre sus intereses personales y los del país, haciendo caso siempre a la ideología, también pienso que en este caso los euros que deje de ganar no significan nada frente al futuro que nos puede esperar a los trabajadores españoles. Ya en plan frívolo (aunque no tanto), es la primera vez que una huelga general me pilla trabajando y la posibilidad de que sea la última vez que los trabajadores podamos manifestarnos de este modo está más abierta que nunca, visto lo visto. Hoy mismo un amigo me ha confirmado que en Alemania no existe tal derecho. Algunos dirán que qué bien va Alemania. Otros responderán que han acabado con la sangría del paro con empleos que rebasan la línea de la precariedad, llegándose a cobrar a un euro la hora.

Así que sí, haré huelga. Respetando el derecho de los demás a ir a trabajar si es que están de acuerdo con la nueva normativa, o por las razones que sean no pueden dejar su puesto de trabajo y que luego se unan a la manifestación o no. Pero yo voy a ejercer mi derecho a huelga, a protestar, a quejarme. Es una decisión personal, pero con carácter general. ¡Borjalona en huelga!

Una tonada para este día pinchando AQUI.

(Esta entrada fue escrita ayer, 28 de marzo de 2012, y publicada automáticamente hoy, 29 de marzo de 2012)