Borjalona

Londres. Fotos. Impresiones. Vivan los novios.

Posted by Borja DF on 27/08/2013 · 2 comentarios 

Mis vacaciones se han terminado definitivamente, avisando de que el verano se acaba, que el frío está a la vuelta de la esquina, de que la jornada intensiva ha sido un espejismo… Aunque al menos he podido empezar a cerrar la etapa estival en Londres, una de mis ciudades favoritas de las pocas que conozco. Mi favorita, probablemente. Mentiría si dijera que he vivido allí, porque vivir implica trabajar, o hacer vida social, o pasar un tiempo largo. Lo máximo que he estado de seguido han sido dos meses viviendo de la sopa boba estatal, con esas becas del Ministerio de Cultura para estudiar inglés que te daban más o menos por respirar. Pero he estado muuuchas veces. Estoy acostumbrado a hacerme la ciudad solo, paseando con música, parándome dónde y cuándo quiero, perdiéndome sin rumbo cogiendo autobuses a destinos nuevos… lo diferente esta vez es que iba a una boda y pasaría los días acompañadísimo por muchos amigos, con lo que mi libertad de movimientos estaría muy limitada. Siguiendo el lema vital que hemos establecido durante el viaje, «¿por qué pasárselo mal cuando puedes pasártelo bien?», pensé que lo mejor sería dejarme llevar, no hacer planes y seguir la marabunta. Y creo que es lo mejor que he podido hacer. Apenas nos hemos movido del este, nos hemos tomado todo con mucha calma, sin turismos ni horas de quedada ni agobios ni horarios. Hemos comido como si no hubiera un mañana. Hemos bebido menos de lo esperado, pero no han faltado las Stellas. Y la razón del viaje, LA BODA, ha sido uno de los eventos más bonitos, emocionantes, divertidos y guays en los que he estado nunca. Una boda half british mitad española, con sus discursos, su barra libre, su cortador de jamón, sus rábanos con queso fresco, su roast, su chorizo, barra libre, cerveza artesana, alvariño, acid house, gente pelirroja, congas, jazz, bandas que tocan éxitos new wave… En un lugar muy chulo y especial.

A pesar de que Angel, Shoreditch y Brick Lane han sido nuestros radios de acción, tuve un pequeño problema con mi traje (lo pedí por internet y no llegó a tiempo… de hecho todavía no ha llegado) y me acerqué al centro a hacer compras. Sigo echando en falta en Barcelona un Topman más grande, un Urban Outfitters y un American Apparel que no sea una anécdota. Mi tarjeta de débito acabó llorando bastante, pero al menos pude recuperar mi cartera (de Lazy Oaf, una de las marcas más maravillosas del mundo) y renovar alguna cosilla, tipo gafas de sol y pantalones. Y es que otra cosa no, pero Londres es el lugar perfecto para buscar ropa. También certifiqué, tras muchos años de ausencia, que mi sentimiento hacia la ciudad no había cambiado: me flipa, quiero volver todo el rato, pero jamás viviría allí. Es lo de siempre: es uno de esos lugares en los que el dinero que tengas marca mucho el tipo de vida que puedes llevar. Siendo pobre no se puede vivir cerca del centro, no te puedes permitir hacer casi nada de la oferta enorme que tiene la ciudad y es muy agresiva. Así que Londres se quedará en ese estatus, en ciudad de vacaciones.

Hice un montón de fotos durante el viaje. No colgaré todas por aquí (creo que lo haré en Facebook, aunque llevo AÑOS sin crear un album), pero hay algunas que me parece que me han quedado bonitas y que resumen bien lo que han sido estos cuatro días.