Sobre la presentación de Pequeño Circo

El pasado viernes me planté en la Llibreria Calders para asistir a la presentación de Pequeño Circo. Fue raro, pero muy útil, asistir a la presentación habiendo leído ya el libro. De hecho, el día anterior había enviado mi reseña a La Fonoteca, que se puede leer aquí. Allí estaban el autor, Nando Cruz, Noemí Planas (de la UFI, antes en Acuarela), Fernando Alfaro (Surfin’ Bichos, Chucho, Alfacrepus, ídolo) y Manolo Martínez (Astrud, idolazo). La presentación fue muy entretenida, larga, y con una estructura que consistía en que cada uno hacía una pregunta al resto, preguntándose todos a todos. Aquí van, a modo ligero, datos, algunas cosas de las que se hablaron allí y otras que me vinieron a la cabeza durante esas dos horas:

– El libro pesa 1,300 kg. Un dato gracioso con el que abrió el editor y con el que se pueden hacer bromis sobre el indie. Sí, pesa, cargarlo para leer en el bus es un poco suplicio y si estás en el sofá te tienes que poner boca abajo porque se te duermen los brazos. Yo tengo la sensación de que estoy un poco cachas ahora. Pero da mucha vida, es muy guay y cuesta 25€. En divisa anunciodecanalplus, dos cubatas y medio.

– Manolo, de momento, no va a hacer más canciones. Dice que de familia, filosofía y música solo pueden escogerse dos. También dijo que la última vez que hizo una canción fue en 2010 y la última canción buena en 2007. No estoy nada de acuerdo: Lo Popular y La música de las supercuerdas son bellas. Habló de su vida pre-Barcelona, con los discos de Michael Jackson, y de su intento de hacer noise para ligar, que era lo que procedía a principios de los 90. También negó que Genís le hubiera sacado del noise, cosa que según Nando Cruz Manolo había dicho en algún momento. Manolo no negó haberlo dicho, pero dijo que tuvo más que ver con sentirse mejor cantando en castellano, con aprender a tocar la guitarra bien y con querer hacer cosas que no hacía nadie entonces.

– Nando Cruz afirmó que en los 90 no se sentía lo suficientemente seguro como para afirmar que le gustaba Corazón Partío de Alejandro Sanz. Entiendo el ambiente snob del momento, en el que había cosas que sí y cosas que no eran aceptadas. Pero el ejemplo no es muy bueno, ¿no? Ay, no sé, es que a Alejandro Sanz le tengo una manía extrema.

– Volvemos a Alejandro Sanz para hablar de datos, que es lo que me gusta. Me pareció muy acertada la comparación de las cifras de ventas para explicar la burbuja indie, la sobreexposición de una escena en los medios que realmente no daba ningún tipo de beneficio económico y ni siquiera calaba en públicos masivos. En una época en la que se vendían discos como rosquillas, Alejandro Sanz llegaba al millón de copias sin problemas en España y Los Planetas, auténticos líderes del movimiento y los más mimados por la prensa y los que más lo petaron, alcanzaron un máximo de ventas de 30.000 copias (imagino que con Una semana en el motor de un autobús, aunque no concretaron).

– Se repitió mucho el concepto del indie como religión a predicar: en ayuntamientos, en medios…. la tesis es que había pocos indies, pero bien colocados. Directores de revistas de tendencias, programadores de fiestas populares, gente con poder más o menos grande que tenía los espacios para promocionar y expandir la palabra.

– El libro puede levantar algunas ampollas: parece que hay grupos que creen que vendieron una cifra de discos y los responsables de las discográficas dan otras diferentes en el libro. En ocasiones, las discográficas afirman haber vendido más del doble de lo que piensan los grupos (siendo el doble aquí 1000 copias, tampoco hay que volverse loco). El conflicto llega con los royalties, claro.

– Muy presente estuvo, además, Indies, Hipsters y Gafapastas. No he leído el libro de Lenore (de hecho, lo he tenido en mis manos varias veces, pero me da no sé qué pagar por él), pero sí que he leído todas las polémicas y gritos contra él. Nando Cruz comentó que en la promoción de Pequeño Circo se había dedicado casi más a responder cuestiones sobre el panfleto de Lenore que sobre su propio libro. Probablemente haya tenido que responder a mucha gente que no ha leído Pequeño Circo, porque (ejem, sin haber leído IHG), entiendo que son dos cosas diferentes: uno es un ensayo de metralleta cargada y otro una historia oral, una compilación de entrevistas por ejes temáticos en la que los que hablan son los protagonistas de la vaina, sin opinión (explícita) del autor.

– Uno de los temas que se aborda poco (casi nada) en el libro es el género y el feminismo. Quizá en los 90 no se hablaba de ello, pero al ser un tratado 20 años después, no habría estado mal incluir una de las corrientes más importantes de la actualidad. La presencia femenina en el libro, además, es casi ridícula. Elena Cabrera habla de ello (y mejor que yo, claro) en Madriz, y cuenta que hasta la página 200 no aparece una voz autorizada femenina. La de, como no, Teresa Iturrioz. De esto, y quizá como pequeña redención, se habló en la presentación. Nando Cruz preguntó a Noemí Planas si había alguna razón por la que en los sellos trabajan hombres que daban la cara y eran un poco la personificación del sello (Carlos Galán, Luis Calvo, Jesús Llorente) y mujeres detrás que curraban y no tenían tanta presencia (Gema del Valle, Montse Santalla, Noemí Planas). Planas explicó su teoría sobre por qué se dio esa situación tirando de ejemplo: a un niño que anda por el bordillo de una acera no se le dice nada, o se piensa que es travieso, mientras que a una niña que haga lo mismo se le llamará la atención, por no ser propio para una niña. Es decir, que, al menos a las mujeres de su generación, se les educó en la cautela y el poco riesgo, mientras que los hombres estaban educados para ser protagonistas y temerarios. Otro ejemplo que dio, de su propia vida: cuando se fue de Acuarela montó una editorial, que apenas tiene riesgos económicos, y no un sello, que es más inestable.

– Fernando Alfaro es una persona sabia. Sus palabras parecían en todo momento nerviosas, improvisadas, pero siempre llegaban a algún sitio. Contó que una de las cosas que más rabia le dio al principio del indie es que los grupos consideraban la música como un hobbie, como un paréntesis necesario para enmarcar su juventud y el paso de la adolescencia a la universidad y la familia. Él, que trabajó en la gasolinera durante muchos años, jamás lo vio así. También alaba que muchos hayan cambiado de opinión y hayan tirado para adelante. Fue el que más piedras tiró a Victor Lenore. Él defendía que, al menos en su caso, sí que había una búsqueda de contar la realidad en sus canciones, pero completamente opuesta a la música social y reivindicativa de entonces, que consideraba panfletaria y poco imaginativa. Añadió que la canción no es un ensayo, no es un formato político. Después puso ejemplos propios de canción cercana a la realidad: Gente Abollada.

– Hubo turno de preguntas, pero no hubo apenas preguntas. La verdad es que la charla fue larga y completa, y no se hacía muy necesario añadir más. Se habló de Lori Meyers, de los festivales, de la falsa creencia de que hay mucho público para estas bandas… Yo quería preguntar sobre un tema que dejo caer en mi reseña, pero una de las razones por las que escribo es mi timidez, que se va extremando con los años, y me callé. Realmente creo que el indie de los 90 sí que dejó un legado, pero más de acción que estético o musical: de aquellos años salen dos maneras (con variantes) de hacer las cosas. Una es ceder al mercado y dejarse hacer por otros (y que les salió mal en los 90 a muchos de los que ficharon por multinacionales) y otra es la autogestión, que casi no existía en la escena por entonces pero que ahora, por cómo han evolucionado las cosas, es cada vez más habitual y da más libertad a los músicos. De esto último se me ocurren ejemplos tan alejados entre sí como Hidrogenesse y el control total sobre su obra, Nacho Vegas y el entorno Marxophone, la nueva vida de Ellos en Alamo Shock o El Pardo y sus gritos.

 

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El Editor, Manolo Martínez, Noemí Planas, Fernado Alfaro, El Autor

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Spoiler Alert: uno de mis momentos favoritos es la bomba fétida de Les Biscuits Sales a Le Mans.

 

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  1. […] Pequeño Circo de Nando Cruz: la gran obra definitiva del indie español. O no. Pero al menos, la cuentan muchos de sus protagonistas. Ya escribí largo y tendido sobre ella en La Fonoteca y aquí mismo.  […]

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