No mixto

Hace cosa de un mes, tras la terrible ola veraniega de atentados terroristas machistas que tuvieron lugar en España (y que no cesan), surgió de manera furiosa y espontánea un grupo de trabajo ciudadano para reflexionar sobre el problema y pensar acciones al margen de las instituciones para hacer ruido y visibilizar el evidente terror que supone ser mujer en estos días.Ese grupo de trabajo evolucionó de abierto a privado hasta convertirse en ¡ZAS! (Zero Agresiones Sexistas), un colectivo sobre el que se puede leer en esta entrevista de Blanca Lacasa en S Moda y seguir sus actualizaciones en Facebook y Twitter. Antes de formarse como colectivo, en el grupo privado se discutía la posibilidad de transformarlo en un espacio exclusivo, sin hombres, a raíz de una convocatoria no mixta para protestar por los asesinatos de Cuenca. En mi muro vi quejas de hombres que se sentían excluidos y discriminados, que afirmaban que ellos también son víctimas del patriarcado (los pocos hombres, de hecho, eran víctimas más bien del heteropatriarcado *guiño guiño*), y eso me recordó este magnífico texto de Filósofa Frívola (un abrazo, compañera) sobre el terror masculino a la organización femenina. Todo el texto es joya de incalculable valor informativo, cómico y literario, pero me quedo con estos párrafos:

 

Siempre que hay algún evento reivindicativo por nuestra emancipación, un día al que llamar nuestro, una jornada de lucha, de compartir, de gritar juntas, acabamos hablando inevitablemente de los tíos. Hasta en nuestras fechas más señaladas consiguen ser los protagonistas, bien por sus enfados a causa de una convocatoria que no les incluye, bien porque se pasan gritando “nosotros parimos, nosotros decidimos” como si les fuera a crecer un útero de un momento a otro y alguien les llama la atención.

Al final el tema central de discusión no fue, como cabría esperar, la despenalización del aborto, sino con qué derecho convocamos una mani a la que MI agraviado rabo no está invitado. Que no os engañen. A estos camaradas el feminismo se la suda. Lo importante son sus medallitas de “hombre feminista del año”, taaaaan feministas que son incapaces de dejar a las mujeres tener su propio espacio sin cogerse un berrinche.

 

En los 90, Kathleen Hanna durante los conciertos de Bikini Kill solía pedir que los hombres se pusieran en las últimas filas y que las primeras las ocuparan las mujeres, para que pudieran bailar pogo de manera segura y en libertad. La razón de esta petición no era, en ningún caso, la discriminación del hombre, nada más lejos de la realidad. Y quien quiera entender eso, es que no practica eso de pensar las cosas más de dos y tres veces. La pretensión de Kathleen Hanna estaba formulada en positivo: se trataba de dar a las mujeres un espacio que se les había negado a lo largo de la Historia, el protagonismo fuera del ámbito privado. Una manera casi simbólica de expresar la necesidad de la presencia femenina en la esfera pública y en la configuración social, chiringuito exclusivamente masculino durante milenios. La cosa no va de ACABEMOS CON LOS HOMBRES, sino de TOMEMOS LO QUE ES NUESTRO. Sirva de ejemplo lo de Kathleen Hanna para entender que, en ocasiones, las mujeres necesitan espacios para ellas, donde discutir, debatir y expresarse en libertad y sin el aliento en la nuca de un hombre, por muy aliado que sea y por muy feminista que se autoproclame. Y, si se me permite, este argumento se hace todavía más férreo si nos ceñimos a los espacios virtuales, donde el anonimato, el trolleo y los ataques sexistas son impunes y más que cotidianos. Los machos infiltrados en foros feministas son demasiado comunes, así que si la cosa es seria en ocasiones lo más correcto es cortar por lo sano. Por eso, no me puedo sentir ofendido por haber sido excluido del grupo privado de !ZAS! . Es más, lo esperaba y me parece lógico. De hecho, cuando podía leer las actualizaciones me quedaron claros varios puntos: que es un tema muy serio del que no tengo demasiado que aportar por experiencia personal y porque no soy experto, que todas las aportaciones las hacían mujeres, que los hombres se dividían entre los que no se enteraban de nada, los que opinaban sin sentido (por protagonismo), los que escribían para dar apoyo y ya y los que, como yo, éramos meros observadores. Y, sinceramente, no me parece bien ser un mero observador. No tengo nada que aportar (que no aporte ya y mejor una mujer), así que es mejor que esté fuera. Y, por supuesto, prefiero no estar si mi presencia puede suponer también la de maltratadores, acosadores, infiltrados o revienta propuestas.

Antes del cierre del grupo a los hombres, alguien (no recuerdo nombres, hay que fiarse de mi memoria) contó poco sorprendida, pero con amargura, que a la manifestación no mixta habían acudido finalmente unos cuantos varones, a pesar de la petición inicial. Y que habían gritado. Si esa es su forma de apoyar una lucha que obviamente beneficiará a todos pero que tiene unas protagonistas claras, apaga y vámonos. Su apoyo se basa en la falta de respeto y en la escasa seguridad en uno mismo, pensando que si no está presente se cocerá allí algo que le perjudicará, o que su opinión como perteneciente (involuntario, lo sé) al grupo opresor debe valer lo mismo que la de las pertenecientes al grupo oprimido. El miedo al akelarre del que hablaba Filósofa Frívola hace 2 años, vaya, y que tiene como máxima expresión del machirulismo izquierdofeminista la anécdota de la exigencia del uso del masculino para la frase «nosotras parimos, nosotras decidimos». La participación de hombres en acciones feministas sigue siendo escasa, eso es verdad, y se necesitan más y mejores aliados. Podemos proponernos participar más cuando podamos participar, y hacerlo de manera humilde y entendiendo que nuestra educación es parte del problema.

Nuestra aportación más valiosa como aliados no tiene nada que ver con estar presentes en TODOS los espacios feministas. Lo mejor que podemos hacer es (y esto no me cansaré de repetirlo) escuchar, leer, informarnos, preguntar, pensar dos y tres y cuatro veces antes de dar una opinión (¿aporta algo? ¿se ha dicho antes? ¿he pensado en las posibles interpretaciones? ¿realmente tiene algún valor lo que pueda pensar yo?) y, sobre todo, no entorpecer una lucha ya complicada de por sí. Hay espacios suficientes para todos, incluso no estaría de más que los hombres nos organizáramos y pensáramos qué aportaciones concretas podemos hacer. Desde la necesaria condena del machismo imperante a las pequeñas acciones cotidianas, pasando por el revisionismo constante de nuestros privilegios, que debemos detectar y desactivar. Debemos aceptar que, por una vez, quizá nos toque el papel de actor secundario, y no de esos secundarios que se llevan la función, sino de esos que hacen que las protagonistas brillen y se desarrollen mejor. Venga, chicos, no es tan difícil. No cuesta tanto.

Y no me extiendo más. Al pensar en esta entrada me remití a una que escribí hace mucho, y que sigo firmando sin duda. Acababa así:

Ya somos protagonistas de casi todo, pero parece que no nos conformamos y lo queremos todo. Que las mujeres tengan un espacio propio (y, sobre todo, público, ya que históricamente el espacio de las mujeres era el hogar, cuya compañía femenina se limitaba a hijas o madres, el clásico “en mi casa manda mi señora”) todavía descoloca a muchos, que como si de gatos se tratase, no pueden contener su curiosidad y necesitan entrar en esos espacios al grito de “¿QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO AQUÍ?”. El miedo a lo desconocido, la paranoia del boicot, que se nos desmonta el chiringuito, amigos. Ya es bastante humillante que en la mayoría de los casos sean señores viejos (y añado, en plan angry, blancos, occidentales, ricos y heterosexuales) los que decidan sobre sus cuerpos y sus vidas como para además añadir, innecesariamente, más estrés. Nosotros no menstruamos, nosotros no nos quedamos embarazados, nosotros no abortamos, nosotros no paseamos con miedo de noche, a nosotros no nos violan, ni nos acosan (ACTUALIZACIÓN 28/08/15: a nosotros, sobre todo, NO NOS MATAN por cuestiones de género). Podemos estar de acuerdo en que luchen, pero no podremos entender esa lucha en su complejidad.

Cuando vemos convocatorias de manifestaciones no mixtas, de talleres para mujeres transexuales o de clubs exclusivos para mujeres, lo último que se nos debería ocurrir es presentarnos allí para reclamar unos derechos que no son tales, porque la presencia masculina huele más a policía del statu quo que a otra cosa, amigos.

Comments
4 Responses to “No mixto”
  1. susana dice:

    bravo! me has hecho sentir muy cómoda leyendo esto

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  1. […] si decimos algo que puedan incorporan ellas (que mira, ni tan mal), pero otras son muy cutres: el Colectivo ZAS!, artífice de la iniciativa electoral No Votes Machismo, ha denunciado que el PSOE ha utilizado […]

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  2. […] 1. No Mixto: la entrada más vista la escribí, una vez, tras el cierre al público del grupo del Colectivo ZAS. Las creadoras decidieron, democráticamente, que no querían la participación de personas que se identifiquen como hombres en el grupo, utilizando una herramienta clásica del feminismo que no sólo es legítima, sino que tristemente es necesaria. En el texto doy todo mi apoyo a la decisión, e intento explicar por qué, como hombre, no me puedo sentir excluido o marginado. Me alegró un montón que tuviera tan buena acogida, la verdad. No solo es la entrada más visitada del año, es la entrada más visitada de la historia del blog. 🙂 […]

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  3. […] de  la exclusión masculina en el movimiento feminista reflexionaba Borja Dominguez en su blog hace unos meses, cuando el grupo ZAS (Zero agresiones sexistas, nacido para denunciar la violencia […]

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